HISTORIA
Peralada es una villa documentada arqueológicamente desde el siglo VI a.C. La historia del actual Castillo de Peralada se inicia en el año 1285, cuando durante una guerra contra Francia el primer castillo de los vizcondes de Peralada quedó destruido. Los vizcondes, en lugar de restaurarlo, deciden construir un nuevo castillo fuera de la muralla, lo que les evita las limitaciones de espacio.
Ellos son propietarios de las tierras que ocupa el actual museo, y deciden cederlas a unos frailes carmelitas para que hagan allí su convento. La única condición es una cláusula de reversión firmada en 1293, que permitirá a los vizcondes recuperar el solar, si los frailes abandonan el convento.
La historia sigue así su curso hasta el año 1835, cuando con la desamortización de Mendizábal los frailes se marchan de Peralada. El convento queda abandonado hasta que en 1854-1855 los condes hacen efectivo el documento de reversión y recuperan la propiedad. En la década de 1870 los tres últimos hermanos de la familia condal deciden regresar de París (donde tenían fijada su residencia principal) e instalarse en Peralada, ya que este es el lugar que les da su título más antiguo, el de Condes de Peralada (desde 1599, ya que hasta entonces habían sido vizcondes).
Al llegar, se encuentran con un castillo medieval, entre militar y caserón, que no tiene nada que ver con los palacios franceses en los que están acostumbrados a vivir, de modo que deciden convertir el viejo castillo en un Palacio a la moda francesa, dotarlo de algunas comodidades como agua corriente y luz de gas y construir el parque, encargado a Duvillers, que firma el proyecto el 30 de abril de 1877. En el actual museo instalan una escuela gratuita para los niños del pueblo; es una escuela de cultura general, oficios artísticos y música, en la que uno de los condes ejerce también como profesor.
Al morir los tres hermanos, los tres sin descendencia, la propiedad de Peralada pasa al Marqués de la Torre, que utiliza el castillo sólo como casa de veraneo. Esto provocará que todas las actividades culturales que llevaban a cabo los condes se perdieran o rebajaran notablemente.
A la muerte del Marqués de la Torre en el año 1923 el castillo se pone a la venta, y compra todo el conjunto Miguel Mateu y Pla, que en aquel momento contaba 25 años. Mateu era un importante industrial de Barcelona. Su padre era coleccionista y él también había empezado algunas colecciones, pero después de la compra del castillo, tenía todo el espacio necesario para ubicar cualquier colección que quisiera hacer. De hecho todas las colecciones que se exhiben en el museo están hechas por el Sr. Mateu, salvo una excepción, la colección lapidaria colocada en el claustro y los capiteles sustentantes de los altares de la iglesia.
Tras la muerte de Miguel Mateu en el año 1972, fueron su hija Carmen Mateu y su yerno Arturo Suqué quienes se hicieron cargo de la gestión y conservación del patrimonio. Actualmente, son sus descendientes, Isabel, Javier y Miguel, los herederos de una historia y de unas colecciones artísticas internacionalmente reconocidas.
EL EDIFICIO
Buena parte de las colecciones de acceso público se exhiben en el Museo del Castillo, instalado en el convento del Carmen. Este fue el segundo convento que los frailes carmelitas calzados tuvieron en Peralada. “El Carme Vell” (el Carmen Viejo) estaba situado en un lugar indeterminado, a unos cientos de metros hacia el este de la población.
El actual convento fue construyéndose a partir de mediados del siglo XIV, en un solar anejo al segundo recinto de la muralla, de hacia el 1300, que los Condes de Peralada habían cedido a los frailes. Este convento comunicaba con el barrio judío (“call”) y en cierto modo lo regulaba, ya que la apertura de la puerta de éste se realizaba a partir del toque del campanario carmelita y, además, una salida –por portalón- del Call al exterior de la muralla era aneja al convento, desde donde se controlaría el cierre nocturno.
El monasterio carmelita estuvo afectado por la desamortización de Mendizábal (1834-1835); poco después, los condes de Peralada recuperaron la propiedad haciendo valer una cláusula de reversión especificada en la donación y lo incorporaron al castillo, construyendo un puente neoclásico sobre la carretera y dejando así unidas en una sola las dos propiedades.
La arquitectura del convento del Carmen responde fundamentalmente a dos periodos. El primero es el original de la construcción, de mediados y segunda mitad del siglo XIV. El otro es de fines del siglo XIX, momento en que los últimos condes de Peralada lo convirtieron en una escuela para niños (las aulas estaban situadas en lo que hoy es el museo del vidrio) y biblioteca. La acción de los condes fue drástica: destruyeron todas las edificaciones no originales, fruto de reformas barrocas que los frailes habían hecho mientras ocuparon el convento, y construyeron de nuevo un edificio uniforme de referencia gótica.